Las políticas públicas en el campo social en general y el de salud y ambiente en particular, presentan una complejidad para su dirección que supera la de cualquier otra organización de la vida. Entonces identificar los problemas y las dificultades sobre las políticas públicas en salud y ambiente no significa resignarse ante ellos, como a menudo se infiere del conocido “es lo que hay”. Al contrario, percatarse bien de “lo que hay” forma parte del punto de partida para superarlo.
Por esto, nuestra acción ha consistido en caracterizar el estado de las políticas, programas y/o propuestas interpelando:
-
su estructura teniendo en cuenta al "debe ser" (concebidas con lógicas de soluciones y no de análisis de problemas). Se enuncian soluciones que se repiten en problemas disímiles vaciando los conceptos de sentidos, la única preocupación pasa por la obtención de "las herramientas" que hagan posible el "cómo" para alcanzar la verdad prometida. La lógica de soluciones es la forma que alcanza la razón instrumental para operacionalizarse y al concretarla la reifica en tanto saber sin sujeto. Es entonces cuando esa razón instrumental, más preocupada por el "cómo" que en saber "qué", "por qué", "para qué", "con quién" y/o "para quién", se vuelve hegemónica. Esa razón instrumental siempre está al servicio de otra razón principal o sustantiva, Se constituye así una racionalidad que impide cualquier proyecto transformador, más allá de lo que se declame. Se pasa a depender de los efectos de "las políticas" concebidas como universales y que por lo tanto desconocen las singularidades. Se configura así una lógica de políticas sin sujetos, o sujetos devenidos objetos para esas políticas que fueron estructuradas en base a una racionalidad extraña a esas singularidades.
-
perdida de la dimensión enmancipatoria de la política y se limita a una mera propuesta tecnocrática o a una oposición altamente ideologizada y por lo tanto no ligada a la acción de los sujetos en situación. Pareciera tratarse de una competencia por la mejor idea, o la más noble, y no de un juego ligado a intereses donde si se quiere ganar hay que tener más capitales y más y mejores jugadores, que constituyan equipos capaces de instalar nuevas reglas de juego.
Entonces si se quiere pensar otra salud y ambiente es necesario entender el gobierno y la gestión como praxis y no como management, como una forma de transformación de la realidad social y no como mera administración de las cosas y como espacio de ampliación de derechos y no desde una lógica de mercado.
En este sentido, en este período, hemos avanzado en una gestión local integral de la salud ambiental con base en tres pilares siguiendo a Campos (2001, 2009):
-
la movilización de personas, no para aplicar normas o procedimientos, sino en función de su implicación en el proyecto;
-
la dimensión analítica, que tiene como objeto la producción de sujetos dotados de mayor autonomía en la gestión, lo cual debería llevar a lógicas y acciones participativas, democráticas y responsables;
-
la dimensión pedagógica, estructurada en la capacidad de aprender a aprender de los sujetos de la organización.